jueves, 16 de septiembre de 2010

UNA VIZCACHITA CONGELADA







UNA VIZCACHITA CONGELADA
(fábula)
CARMEN ROSA MEDINA



Una tarde todos estaban alborotados, juntaban ropa y abrigo, revisaban y veían que podía ser útil.
- ¡No esa sandalia no!, ¡Cómo se te ocurre! – decía "Sofi la Vicuña", mientras se tocaba la uña – ¡No es lo que te sobra, es lo que se necesita para abrigar, para poder ayudar!.



Tenían ya un gran paquete, en el que había ropa abrigadora, alimentos y comida para la Vizcacha Juanacha; ella vivía en Andamarca una zona muy fría del departamento de Ayacucho. La temperatura había bajado tanto que la pobre vizcachita se había quedado encerrada en su cuevita, congelándose de frió, necesitando abrigo.


Sus amigos: "Sofí la Vicuña", que solo piensa en sus uñas, "Juana la doctora Llama" y "Bertha la Alpaca" que come albaca; se propusieron ayudarla ya que su amiga era muy buena y generosa, siempre recordaban los ricos pasteles que preparaba de papitas que crecían en su chacra.


Para realizar este gran viaje pensaron y pensaron en cómo podían llegar ya que por el frío se había congelado la carretera y no se podía pasar.


- Llamaremos a "Jacinto el Cóndor" que es un gran tenor, no sólo sabe cantar sino también volar – dijo Juana la doctora Llama
- Con el volaremos y a casa de la vizcachita llegaremos – dijo la Alpaca Bertha.


Jacinto el cóndor, estaba listo, llevaba entre sus alas una bolsa grande con ayuda, y sus amigos estaban bien acomodados para no caer.


- Allá vamos vizcachita, te llevamos ropita – dijo cantando Jacinto, mientras estaba volando.
Volaron y también cruzaron montañas altas y blancas como la nieve que estaban heladas de tanto que llueve.


- Ya estamos llegando – dijo el cóndor cantando.


Cuando llegaron, la puerta estaba cerrada porque la vizcachita estaba congelada, abrieron rápido la puerta y ayudaron a su amiga, Juana la doctora Llama se acercó a la camita donde se encontraba la vizcachita, le dió un rico jarabe, para quitarle la tos, con sabor a arroz.


La abrigaron con ropa calentita y el cóndor le cantaba con su voz suavecita, para animarla y también curarla.


En poco tiempo la vizcacha Juanacha estaba como nueva, pero ella era muy solidaria, fue de casa en casa compartiendo con los otros animalitos su comida y abrigo, la doctora Juana la Llama, los revisaba y rico jarabe les daba, para que se recuperen pronto.


Cuando el invierno paso, la vizcachita se puso a trabajar en su chacra, cultivando ricas papitas con las que preparó deliciosos pasteles para sus grandes amigos y también para todos sus vecinos.


Moraleja:
Si todos ayudamos ,muchas vidas salvamos
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